Nombre
Patricia Mayoral
Edad
29 años
Padecimiento
Insuficiencia renal por hipoplasia.
Estado
Postrasplante renal
Mi diagnóstico
Llevo cuatro años con este padecimiento. Fui al médico por otro problema y me mandó hacer urgentemente los estudios básicos para saber mi estado. Al día siguiente me llamó y me dijo que tenía insuficiencia renal. No sabía qué grado, nada más me diagnosticó. Entonces fui a mi primera cita con el nefrólogo y me dijo “tienes insuficiencia renal, estás en la última etapa. Eso no significa la muerte solamente una vida diferente”. Y eso fue todo, así empezó mi enfermedad. Me la detectaron en la quinta etapa cuando mis riñones sólo funcionaban el 15%, por hipoplasia renal.
Una vida diferente
Como uno no sabe de esta enfermedad lo único que tienes en la cabeza es muerte, que vas a vivir 3-4 meses, y ya. Y no sabes que tienes otras alternativas de vivirla. Dice mi papá: “no es enfermedad, es padecimiento”. Entonces tienes que vivir diferente, solamente sobrellevar la enfermedad para tener una enfermedad feliz, no triste. A mí no me gusta ser una mujer dependiente porque me enseñaron a ser mujer luchona, salir adelante. Veía a los pacientes en silla de ruedas, hinchados. Yo de ahí agarré fuerzas porque dije: “no quiero estar en silla de ruedas, no quiero que mi esposo me bañé”. Y de ahí pude seguir adelante porque no me quería ver así. Ese fue uno de los retos más importantes de mi vida: el abrirme los ojos de que hay más allá de esta enfermedad, que no es la muerte, solamente hay que aprender a vivirla.
Mi tratamiento y mi trasplante
Duré dos años en prediálisis hasta que llegue al 3% de funcionamiento renal. Yo tenía la fortuna de que mi papá y yo compatíamos al 100%. Entonces dijo el doctor “esto es una oportunidad, tú no te vas a diálisis peritoneal, te vas a hemodiálisis y yo voy a luchar para que se te haga rápido el transplante”. Yo me cuidé al detalle: contando proteínas, contando fósforo, contando todo. Era dedicada. Pero en eso a mi papá le detectaron tuberculosis inactiva. Entonces tuvieron que erradicársela. Luego le dio alergia el medicamento, y a empezar de nuevo. En todo eso tardaron dos años. Y así fue. Batallé cuatro años para trasplantarme, pero lo logré. Hace un año cuatro meses me operaron, el 15 de marzo a las 10:00 de la mañana de 2018.
La enfermedad te cambia
En cuanto te detectan la enfermedad va cambiando tu vida a cada paso. Te va haciendo mejor persona o peor. Y en mi caso espero ser mejor persona. El trasplante te cambia para bien. Te vuelves más sensible hacia las personas que necesitan algo. Ayudas más a la gente, te vuelves más humana, más feliz. Con miedos, obviamente, porque siempre está latente contraer una infección. No sabemos cuánto nos va a durar este riñón que nos están dando. Yo estoy haciendo lo posible por que me dure lo que me tenga que durar. Si es posible 50 años, 50 años. Estoy aquí, feliz. Ayudando a la gente.
Los que trabajan aquí tienen una calidad humana magnífica.
Una fundación, una familia
A la fundación llegó una Paty deprimida, sin arreglarse y sin nada. Me atendió la licenciada Gloria. Ella te ayuda demasiado, te dice: “Paty órale, tú puedes, tú puedes. No te rindas. Ya merito llegas. Estás muy bien”. Y las experiencias de otros pacientes, ni se diga. Me ayudaron a mejorar mi estado de salud. Empecé a hacer ejercicio otra vez, nuevamente a caminar, a hacer mis actividades normalmente. Eso es lo que tratamos de hacer con otros pacientes, les decimos: “en serio, yo llegué muy mal. Tú puedes salir adelante”. Entonces, es magnífica la fundación, no lo voy a dejar de repetir ni de difundir porque es así. Los que trabajan aquí tienen una calidad humana magnífica. Te ayudan mucho, en lo psicológico, en lo moral, en todo. Se vuelven tus amigos y tu familia.
